Perú suma otro fracaso en su ''experiencia'' futbolística

Tras el estrepitoso fracaso de los ‘‘jugadores’’ (en toda la expresión) de la selección de menores sub20, cabe preguntarnos: ¿Existe el fútbol peruano? Defínanlo racionalmente, por favor. Déjense de las frases cargadas de la prosperidad falaz de siempre que ‘‘Perú campeón’’, que ‘‘sí se puede’’, que ‘‘no debemos rendirnos’’, y un deleznable étcetera. La prensa ‘‘especial’’ o especializada (para el caso da lo mismo) se despelleja por cubrir momentos previos a los partidos (de pichanga institucionalizada), por entrevistar a los jugadores más afanados (por los escándalos extrafutbolísticos que protagonizan) o por hacerles un reportaje en privado, al estilo un día en la vida de ‘‘este talento prometedor’’.

La ‘‘pequeña’’ anécdota de los ‘‘mayores’’ en el Hotel El Golf- meses atrás- ha servido para que sea ‘‘normal’’ que los jugadores abandonen la concentración, y se vayan de juerga, participen en orgías dionisiacas, tengan intimidad con su(s) pareja(s) estable(s) u ocasional(es). Son humanos y la carne llama a la carne, es cierto, pero cuando uno se encuentra trabajando, lo más sensato es no dejarse llevar por los placeres carnales, para eso están los fines de semana, en la calidez y comodidad del hogar.

Si a un niño despreocupado le obsequias cándidamente 1000 dólares diarios, probablemente se despreocupe al momento de gastarlos. Urge ponerles a los jugadores un psicoterapeuta que los ayude a sobrellevar la efímera fama y la presión que significa llenarse los bolsillos con algunos billetes. Porque, miremos el anecdotario futbolístico de nuestro país, jugadores con un talento exponencial, pero que por malgastar su dinero en prostivedettes, en cajas de cerveza en la esquina del barrio, o lo que fuera, terminan por eliminar sus ‘chances’ de progreso social. Por otra parte, nos encontramos con dirigentes preocupados en meter garra y sólo se desviven por viajar con todos los gastos pagados a los mundiales y cuanto evento deportivo internacional se refiera, y claro, llevan a ‘‘su gentita’’ (familia, amigotes, y gente clave en sus negocios).

Si declaramos la defunción del fútbol peruano, y destinamos todos esos millones de dólares- insanamente invertidos- a deportes verdaderamente productivos, tendríamos muchas alegrías. Sin ir tan lejos, algunos peruanos aguerridos ya nos adelantaron algunas satisfacciones: Sofía Mulanovich en el surf, David Horna en el tenis, los hermanos Ccori en el ajedrez, los Zimmermann en el optimist.

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